Hooper nació sin las piernas delanteras y nadie creía que fuera a sobrevivir. En cambio su dueño luchó por él y por darle una vida digna, así pues que entre él y la ayuda de un veterinario le proporcionaron el artilugio con el que puede ir con los apoyos delanteros y hacer una vida "normal". Un aplauso por este dueño que quiso al animal por lo que era, no por lo que los demás pensaran ni por lo difícil que podría ser sus cuidados.
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